Una Sirena al acecho

Transcripción del libro “Leyendas Hidalguenses, Vol. 1. De Luvián Torres, E., et al. (2007).

 

A cuatro kilómetros de Molango, por carretera bien asfaltada se llega a la laguna de Atezca (atl, agua; tezcatl, espejo: “Espejo de agua”). Es un enorme socavón natural relleno de agua corriente. La orilla interior es breve, pues de inmediato alcanza profundidad hasta llegar a los 40 metros. Su superficie es de 600 por 20 metros. En el centro tiene un islote con árboles chicos, donde las personas pueden legar en lancha o, en algunos casos, nadando. Varios manantiales internos y algunos arroyuelos mantienen siempre a la laguna. Se crían pescados como la deliciosa lobina, la carpa y la mojarra. En las cercanías hay dos restaurantes con exquisita comida, empanadas de arbejón, gorditas de nata y tortillas del comal. En primavera y verano acuden muchos turistas y se observan decenas de tiendas de campaña. Llegan camiones repletos de excursionistas y el ambiente es festivo.

 

Desgraciadamente, cada año la laguna de Atezca cobra una fúnebre factura. Uno o dos ahogados. Por extraña coincidencia, todos los ahogados han sido hombres. Recordamos a tres camarógrafos de Pachuca, dos hombres y una mujer, quienes después de cumplir su trabajo decidieron pasear en la laguna de Atezca. Ninguno sabía nadar, pero abordaron una lancha que alquilaron, sabedores de que son insumergibles. Tal parece que, por ir bromeando, de ladearon demasiado la lancha, la cual volcó y sus ocupantes cayeron al agua. Se ahogaron los hombres; se salvó la dama. Cada vez es más insistente la versión de que hay una Sirena que encanta a los varones, cualquiera que sea su edad. Y hasta cuentan que la han escuchado cantar.

 

Para salvarse del encantamiento, hay tres remedios: saber nadar, no penetrar al agua bajo los humos del alcohol ni con el estómago lleno de alimentos, y conocer la peligrosidad por la abrupta profundidad de sus aguas.

 

Por lo demás, Atezca es un bello paisaje, una gente amable y un lugar adecuado para convivir con familiares y amigos.

 

Jesús Ángeles Contreras

Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades

 

Referencia

Luvián Torres, E., et al. (2007). Leyendas Hidalguenses, Volumen 1. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo