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La leyenda del Dios Mola

Transcripción del libro “Sierra encantada” de Corona Reyes, H.

 

En la época de los chcihi mecas y los otomíes, al pueblo de Molango se le conocía con el nombre de Molanco o lugar del dios Mola. Mullico significa "lugar del mole", y su jeroglífico está formado por un molcaxitl o molcajete, y de ahí se deriva su relación con el dios Mola. Las tribus lo consideraban el dios que les proporcionaba alimento diario en aquella región, porque al moler chile o chilli, como le decían, obtenían un sabroso alimento.

 

En el municipio de Molango existe otra comunidad, Malila, que con anterioridad se llamó Molila, lo que en náhuatl significa "lugar en donde abunda el alimento" La existencia del dios Mola era objeto de sinnúmero de ofrendas, pues era el ídolo tutelar de la región. Los primitivos le rendían culto y adoración. En varias ocasiones le ofrendaron humanos, ya su alrededor se agrupaban los personajes que hacían la principal reverencia en solemnes sacrificios y ceremonias.

 

El jefe supremo, mejor conocido como Num, ejercía su poder por medio del oráculo, resolviendo as todos los problemas familiares, por lo que había adquirido gran fama y poder.

 

Tiempo después, llegó el padre Roa, quien preguntó: "¿Qué es esto?, ¿acaso es un dios o criatura suya?”. El ídolo le respondió con voz triste y baja: "No soy dios sino criatura, la más cruel y miserable. Me han traído de Metztitlán. Soy el príncipe y cabeza de esta sierra sobre todos los demás dioses".

El padre Roa decidió atacar la idolatría, por lo que convocó al pueblo, lo exhortó y convenció de atacar al dios Mola. La tribu renunció a su máxima figura y arremetió contra el ídolo, hasta dejar solamente escombros de lo que fuera su dios. Cuando la muchedumbre vio aquello, no lo podía creer. Para la población entera fue un espantoso sacrilegio. Todos pensaron que había llegado la hora del aniquilamiento de la creación. Su expresión fue: "Acabará todo, el dios nos castigará". Cuál fue su asombro cuando todo siguió igual: las montañas permanecían en el mismo lugar, inmóviles y sosegadas; el viento seguía tranquilo y suave; la naturaleza estaba quieta; las mariposas volaban, los pajaritos cantaban en la enramada.

Los desechos sirvieron para el cimiento de una capilla, a la que el padre llamó: “Monumento conmemorativo del triunfo de la Cruz sobre los ídolos naturales".

 

Referencia

Corona Reyes, H. (1996). Sierra Encantada. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, Seph.

Subcategoría

Tipo de contenido

Fecha

Autor

Fuente

Derechos

Urbana

Texto

1996

Corona Reyes, H.

Corona Reyes, H. (1996). Sierra Encantada. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, Seph.

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Etiquetas

Etiquetas: Dios Mola, época prehispánica, evangelización, verde, naranja, azul, tradición oral, cuento, historia, narración, magia, capilla de San Miguel, panteón municipal, misterio, emoción,

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